A lo largo
de la historia, la evolución de la población no ha llevado siempre el mismo
ritmo de crecimiento que hay actualmente. Dos momentos históricos son
importantes en esta evolución: en primer lugar la Revolución Neolítica, en la
que el hombre empieza a dominar a la naturaleza y es capaz de producir sus
propios alimentos mediante la aparición de la agricultura y la ganadería,
pudiendo almacenarlos para racionarlos a lo largo del año y así dejar de
depender progresivamente de la caza y la recolección, produciéndose además la
sedentarización de la población y la liberación de mano de obra hacia otros
trabajos como la artesanía o la administración. Estos cambios provocan un
aumento considerable de la población hasta alcanzar los trescientos millones al
inicio de nuestra Era.
Una vez
establecidos estos cambios, la población se estanca, creciendo con altibajos y
muy dependiente de las catástrofes naturales y humanas como epidemias, malas
cosechas, guerras, etc. No es hasta el inicio de la edad moderna cuando la
población comienza un ligero aumento, llegando a los seiscientos millones en el
año 1600, siendo aún un crecimiento catastrófico.
El segundo
momento histórico importante para el crecimiento de la población lo encontramos
durante la Revolución Industrial. A partir de este momento comienza la
explosión demográfica.
En menos de
un siglo (de 1800 a 1900) la población se dobla; mientras en el siglo siguiente
se triplica, alcanzando cifras bastante altas en la actualidad, en la que se
superan los 6200 millones de personas en el año 2002. Durante este periodo, se
multiplican los recursos económicos para mantener a la población debido a los
avances técnicos que se están llevando a cabo en todos los sectores económicos,
y no solamente en el industrial. Además la investigación médica y sanitaria
logra controlar algunas enfermedades y por tanto mortalidad, especialmente la
infantil.
Muy mal. Copiado.
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