En el transcurso de su evolución a través de los siglos durante el desarrollo individual, el hombre aprendió a utilizar sus manos.
Gracias al cambio en la forma de huesos como la pelvis, el fémur y la columna vertebral, el hombre adquirió una posición erecta. Estos cambios permiten soportar mejor el peso del cuerpo en posición vertical, sin necesidad de apoyarse en las extremidades anteriores.
Esta última característica ha sido fundamental en la evolución del hombre ya que dejó las manos libres para ser empleadas en otros usos.
Una vez en la sabana, las manos dejaron de tener las funciones de locomoción que desempeñaban fundamentalmente en los árboles por lo que los primeros homínidos (Ramapithecus y sus descendientes) empezaron a darles otros usos manipulando objetos.
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